viernes, 2 de diciembre de 2016

San Bernardino a un año del ataque terrorista



Desde altar en San Bernardino, California en recordación a la víctimas del terrorismo

Por Abel Álvarez 

Apenas ha pasado un año, y aún no se me borra de la memoria ese fatídico 2 de diciembre, eran cerca de las 11 de la mañana,  recibo una llamada en medio de una entrevista en el Este de Los Ángeles. Desde el Noticiero EstrellaTV me piden de urgencia que me trasladara a San Bernardino: había un tiroteo, al parecer, con varias  personas muertas y que podría ser un ataque terrorista. Hasta ese momento nada estaba confirmado.

Junto a mi camarógrafo José Luis tomamos la autopista en dirección a San Bernardino, el recorrido fue aproximadamente de una hora, durante ese tiempo monitoreamos las estaciones de radio y Twitter tratando de encontrar información de último minuto; mientras buscamos atajos para acercarnos al Centro Regional Inland, todo estaba acordonado. Finalmente, nos estacionamos en una esquina hasta donde pudieron llegar la mayoría de los medios de comunicación.

Había desesperación entre los vecinos del aérea californiana, que poco a poco fueron aglutinándose. Mientras la policía comenzaba a evacuar a los rehenes dentro del edificio, eran transportados hasta autobuses que los trasladarían a zonas seguras. Los rostros estaban desencajados, asustados, intenté hablar con uno de ellos y un agente me niega el acceso, no podían hacer contacto con nadie, cualquiera podía estar vinculado al ataque. 

De momento escucho una conversación entre dos personas a mi lado, uno de ellos, Enrique Alvarado, que no dejaba de mirar a la multitud, quería saber de su hija Lisette Vargas que trabajaba desde hace tres años en el lugar del ataque; le pido entrevistarlo y su angustia era notable. Me cuenta que entre él y su hija se habían enviado unos 10 mensajes de texto, donde la joven le decía que estaba asustada, él trataba de consolarla y darle esperanza que saldría de allí con vida.  Después de tanta espera Enrique  me dice: -¡Esa es mi hija! -  el alma le regresó al cuerpo, y es que segundos antes, solo le pedía a Dios que Lisette no fuera una de las 14 víctimas. 

Desde San Bernardino, 2 de dicembre de 2015
Fue un día muy largo, la información fluía poco, fueron largas horas de trabajo. Durante esa semana regresamos a San Bernardino diariamente, vimos el altar donde la gente se solidarizaba con las familias, estuvimos a la espera de la llegada de Obama quien hablaría en privado con los afectados, nos acercamos al hospital donde llegaban heridos, y a los funerales

Recuerdo el día que solo tenía algunos teléfonos, y supuestas direcciones con  nombres de familiares de los fallecidos. Llegamos hasta la ciudad de Fontana, California, buscando las casas donde quizás vivieron las víctimas del ataque terrorista. Marcamos el primer número, era el del señor Robert Velasco, padre de Ivette Velasco. Después de varios intentos me responde, trató de convencerlo de que me reciba con palabras de pésame y de ponerme en su lugar, lo cual es muy difícil pues yo nunca he perdido un hijo y menos de manera inesperada, de pronto dice: .-¿Me puedes llamar a las 11:30 de la mañana?-. Le contesté: .- Sí, muchas gracias -. pero con el temor de que cuando regresara no me recibiera.

Como teníamos tiempo nos trasladamos a otra de las direcciones, a unos 25 minutos de allí, era la casa de la familia de Juan Espinoza. Cuando llegamos y vieron que traíamos cámara de televisión, nos cerraron la puerta, entonces le sugerí a mi camarógrafo:  -.Ve para el carro.- Vuelvo a tocar y sin que me abriera, hablamos de un lado y de otro de la puerta, hasta comentarle que no tenía la cámara conmigo, y es entonces que me reciben. La verdad, entendí su pesar, no deseaban hablar sobre el sufrimiento que sentían, además estaban por salir al encuentro con Barack Obama que estaba a punto de llegar a la ciudad. 

Como el reloj iba corriendo decidimos regresar a la casa de Robert Velasco. Nos estacionamos en frente, esperamos a la hora acordada, le marco, no me responde, comienza un susto a apoderarse de mi cuerpo, miro al camarógrafo, le comento que me sale el contestador, él pone cara de preocupación. Insisto y finalmente responde Velasco, le recuerdo que soy Abel Álvarez, el reportero de EstrellaTV, y me contesta que en 5 minutos estaría conmigo. A los pocos minutos nos recibe en el umbral, no entramos a su casa. Para la entrevista apenas desea mostrar el rostro, por lo que decimos tomar solo el perfil y  comienza a responder todas las preguntas que le hacía, muy respetuoso y amable; cuando acabamos toma mi nombre y lo apunta en un libreta, le dejo un tarjeta y nos despedimos. ¡Qué fuerza la de este padre para no quebrarse frente a mi a la hora de hablar de su hija! 

Realmente el ser testigo de un ataque terrorista, ver la situación de riesgo, hablar con los familiares de la víctimas, ver cómo una ciudad se unía ante el dolor, fue una experiencia abrumadora. Lo peor es que no serían las únicas historias vinculadas al terrorismo que tendría que contar en los meses siguientes.  

NOTA: Aquí, otro de los reportajes realizados a los vecinos de los atacantes Syed Rizwan Farook y Tashfeen Malik